Una cinta perturbadora que, a partir de visiones fantasmales y delirios, intenta sin mucho éxito contar la historia de una madre, su hija y el bebé no deseado de esta.
Dirección: Darrell Roodt
Brandon Auret, Reine Swart, Thandi Puren
Desde Sudáfrica llega una cinta de terror dirigida por el veterano Darrel Roodt, un autor con más de treinta títulos en su filmografía, con títulos como Sarafina!, Dangerous Ground o Dracula 3000.
La película en cuestión tiene el título original de Siembamba (el cual hace referencia a una canción de cuna), pero para el mercado internacional obtuvo el nombre genérico de The Lullaby (la canción de cuna) y en español, el título aún más genérico de Diabólica obsesión.
Aquí se cuenta la historia de Chloe (Reine Swart), una joven que abandonó a su madre Ruby (Thandi Puren), después de una fuerte disputa y que ahora regresa al hogar arrepentida y embarazada. Al parecer Chloe sufre de depresión post-parto (o de baby blues, como se llega a plantear en la película). Ella no logra conciliar el sueño, se le ve profundamente triste y carece de cuidado corporal. Pero lo más grave es que a Chloe la inundan unas terribles visiones en las que ella se ve asesinando a su bebé o encontrándolo muerto. Asimismo, una mujer puritana se aparece en sus delirios, y dicha aparición fantasmal puede estar conectada a un terrible suceso acontecido en 1901 en la población de Eden Rock, donde ella vive con su madre.
Las visiones (que, dicho sea de paso, intentan apropiarse del estilo visual de Stanley Kubrick en El resplandor), no se recomiendan para ser vistas por madres futuras o presentes e incluyen situaciones en las que la madre utiliza de una manera brutal un succionador de leche materna, baña a su bebé de una manera incorrecta en una tina, le corta mal las uñas o lo deja olvidado en un congelador.
Ruby (la cual ha mantenido una relación conflictiva y tormentosa con Chloe desde siempre, como se puede apreciar a partir de flashbacks), se da cuenta de que su hija está perdiendo la razón y que puede poner en peligro la vida de su nieto y, por tal razón, acude al Doctor Reed (Brandon Avret) un enigmático psiquiatra que gusta de coleccionar mariposas y que es tan extraño como las visiones de Chloe. Luego se revelarán secretos del pasado de Chloe que le darán una justificación clínica a sus visiones.
La cinta de Roodt está plagada de simbolismos que no logran transmitir con elocuencia los subtextos que la historia supuestamente incluye. El ritmo a paso de tortuga tampoco ayuda mucho. Pero es la atmósfera y los delirios que involucran al bebé lo que hacen de Diabólica obsesión, una cinta genuinamente aterradora que explota las fantasías tanáticas que muchas madres (especialmente las que no lo quieren ser), tienen con sus vástagos.