Director: Kirill Serebrennikov
Victoria Isakova, Petr Skvortsov, Julia Aug
El cine no se hace solamente para agradar y entretener. También puede angustiar e incomodar. Y este es el caso de (M)uchenik, un juego de palabras entre “Mártir” y “Estudiante” y la nueva película del director ruso Kirill Serebrennikov (Traición, El día de Yuri).
Esta cinta, basada en la obra de teatro Martyr del alemán Marius von Mayenburg y ambientada en la Rusia contemporánea, cuenta la historia de Veniamin Yuzhin (Petr Skvortsov), un joven que causa una disrupción al interior de su escuela, cuando comienza a obsesionarse gradualmente por la lectura literal de la Biblia. El fanatismo religioso del protagonista es tratado aquí de una manera claustrofóbica y perturbadora, lo que puede llevar a herir susceptibilidades de un público que no está dispuesto a controvertir su fe.
Veniamin abraza y a la vez ataca y juzga a su madre divorciada, acoge a un compañero homosexual debido a una discapacidad motora, pero lo maltrata y lo acusa de ser un pervertido, se opone al libertinaje sexual, pero sucumbe ante los avances de una de sus compañeras, le da la espalda a la invitación de un sacerdote ortodoxo para pertenecer a su comunidad y se enfrenta en una lucha encarnizada con Elena, su neurótica profesora de biología, quien, según él, es una judía que pretende alejarlo de la fe cristiana.
En El discípulo nunca se llega a ridiculizar a Veniamin y se nos muestra como sus compañeros, su madre y sus profesores llegan a influenciarse (para bien o para mal) de sus citas extraídas del Libro Sagrado. Veniamin llega a desnudarse frente a la clase de educación sexual, para justificar sus ideas radicales (al igual que lo hizo San Francisco de Asís) y se disfraza de gorila para oponerse a la teoría de la evolución (la cual no es una teoría, sino un hecho científico). Y al mismo tiempo, Elena es atacada por su apariencia, por utilizar zanahorias para explicar cómo se utiliza un preservativo y por defender con emoción la homosexualidad, el feminismo y los descubrimientos de Darwin.
Aunque peca de exceso de metraje, su buena dirección, la música de Laibach, la utilización de elementos simbólicos, las buenas actuaciones y el particular manejo de la cámara, hacen que El discípulo denuncie de una manera profunda y dolorosa, a ese Nuevo Oscurantismo que se está viviendo tanto en Rusia como en otras partes del mundo. Atacar a esta película y lo que propone, es un síntoma de lo que la misma cinta denuncia.
