Salò O 120 Giornate Di Sodoma (Salò Or The 120 Days Of Sodom) (Salò o los 120 días de Sodoma) (1975)

Director: Pier Paolo Pasolini

Paolo Bonacelli, Giorgio Cataldi, Umberto Paolo Quintavalle, Aldo Valleti

La película póstuma de Pasolini (el director fue asesinado antes de su estreno), es quizás una de las experiencias cinematográficas más fuertes de todos los tiempos. Al parecer, el crítico Roger Ebert murió sin haberla visto, intimidado por su contenido gráfico y violento. Y no es para menos.

Pasolini parte de la sátira corrosiva a las fuerzas políticas del siglo XVIII, el cual es el núcleo de la obra Los 120 días de Sodoma, escrita por el Marqués de Sade, y la traslada a la Italia fascista de la primera mitad del Siglo XX. La obra maldita de Pasolini se divide en cuatro segmentos y se ubica en la república de Salò, fundada por Benito Mussolini dos años antes del final de la Segunda Guerra Mundial, y un lugar de especial importancia para el director, ya que allí fue asesinado su hermano.

En el primer segmento llamado Anteinfierno, cuatro dirigentes fascistas: un duque (Paolo Bonacelli con la voz de Giancarlo Vigorelli ), un obispo (Giorgio Cataldi con la voz de Giorgio Caproni), un magistrado (Umberto Paolo Quintavalle con la voz de Aurelio Roncaglia) y el presidente (Aldo Valletti con la voz de Marco Bellocchio), secuestran a un grupo de jóvenes de ambos sexos, para encerrarlos en una gran mansión y someterlos a todo tipo de perversiones.

De una manera cruda y fría, Pasolini nos presenta los siguientes tres segmentos (llamados el círculo de las manías, el círculo de la mierda y el círculo de la sangre, con una clara referencia a La divina comedia de Dante), en la que tres prostitutas le relatan a los jóvenes varias historias de incesto, pedofilia, sadomasoquismo, urofilia y coprofilia (tomadas de los textos de Sade), mientras que los dirigentes sodomizan a sus prisioneros, les hacen comer vidrio molido y sus propios excrementos, hasta que terminan torturándolos, mutilándolos y asesinándolos.

La intención de Pasolini es la de comentar sobre el abuso de poder, especialmente el poder ejercido sobre el cuerpo humano, el cual se da especialmente en los regímenes fascistas de ultraderecha. Pero la película también nos muestra la farsa de los rituales de la iglesia católica (el matrimonio) y el consumismo desmedido del capitalismo que nos obliga a comer mucha mierda (algo que aquí se muestra de una forma explícita y literal).

Ennio Morricone confesó que fue muy difícil componer la música del film, debido a que se sentía muy incómodo de verla una y otra vez. Su amistad con Pasolini fue el principal argumento que lo llevó a cumplir con la tarea. Sin embargo, la escena final, en donde a los jóvenes se les arranca el cuero cabelludo, se les queman los pezones con un hierro caliente, y se les quitan los ojos y la lengua, estuvo acompañada de la Carmina Burana de Carl Orff (obra que Pasolini consideraba como “música fascista”), así como de los Cantos de Ezra Pound, el escritor norteamericano que defendió a Mussolini.

Algunos tildaron a Salò como una película pornográfica. La pornografía busca excitar al espectador con imágenes sexuales, y la obra de Pasolini está completamente alejada de ese objetivo. Esta es más bien una magnífica obra de terror, cuya misión es la de causar un miedo profundo, repugnancia (la pantalla casi no se puede mirar) y un efecto perturbador que durará toda la vida para aquellos que la hemos visto (afortunado sea Roger Ebert).

Sobre André Didyme-Dôme 1646 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.

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