Armero (2017)

Director: Christian Mantilla
Benjamín Herrera, Yuliet Florez

El director santandereano Christian Mantilla debuta con el largometraje Armero, una película que busca contar la historia de una pareja, en el marco del desastre en el que la erupción del volcán Nevado del Ruíz acabó con más de 25.000 personas y con el pueblo que le da nombre al filme.

Con una estructura narrativa copiada descaradamente de Titanic, la cinta comienza con una reportera que se acerca a una mujer sobreviviente de la tragedia de Armero (Yuliet Flórez), para que le narre su historia. A manera de flashback, nos trasladamos a 1985 donde encontramos a esta mujer humilde casada con un hombre bueno y trabajador interpretado por Benjamín Herrera, (“Ramoncito” de la serie Dejémonos de vainas), quienes se enfrentan a una crisis debido a la dificultad de la mujer por tener hijos.

Aquí se produce el primer gran error de Armero. Aunque se puede entender que en el contexto machista de la vida rural de los años 80, una mujer se puede percibir como una máquina para parir hijos, esta cinta nos muestra esta visión reduccionista como un “deber ser”, que nos impone una ideología falocéntrica en la que si una mujer no le da un hijo a un hombre, el macho se siente defraudado y la pareja no tiene sentido. Algunos argumentarán que al final de la película la pareja asume su situación y la supera, pero el cierre de la misma (muy predecible, por cierto), no deja lugar para la discusión.

El segundo error crucial de Armero, consiste en sus pésimos efectos especiales que le restan magnitud a la tragedia. Hubiera sido mucho mejor haber mostrado las causas y las consecuencias de la erupción del volcán y no haber abaratado la cinta con unas secuencias que dejan muchísimo que desear.

El tercer error de Armero, está en el uso de una banda sonora exagerada en grandilocuencia que se impone a todos los aspectos de la película y que no deja tiempo para respirar. Esta película es un ejemplo del mal uso de la música en el cine.

El cuarto error de Armero, tiene que ver con el paso de caracol que asume. La cinta se estanca en situaciones de poca trascendencia y le falta sentido del ritmo y de la acción, lo cual invita al espectador al desespero y a la somnolencia.

El quinto error de Armero, se relaciona con unos personajes superficiales y poco construidos (especialmente los secundarios) y en el uso de un personaje real (la niña Omaira) con fines pseudo fantásticos, que le restan intensidad y solemnidad al filme.

Armero no es una película de desastre. Es un desastre de película que invita a revisar el interesante documental El valle sin sombras de Rubén Mendoza, que recoge de una manera mucho más seria, impactante e inteligente, los relatos de los sobrevivientes de una tragedia que se pudo haber evitado y que continuó después de haber sucedido.

 

Sobre André Didyme-Dôme 1649 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.