Tormentero (2017)

Una película basada en hechos reales con una hermosa fotografía, pero que termina siendo una sobredosis indigesta de surrealismo.

Director: Rubén Imaz

José Carlos Ruíz, Gabino Rodríguez, Mónica Jiménez

El trabajo del gran David Lynch exhibe una peculiar combinación de perversidad y frivolidad, la cual puede describirse como un cine de angustia, basada en la noción de la identidad y la propiedad perdida. Es por esta razón, que los espectadores de las obras de Lynch deben esperar ser sacudidos, sorprendidos por la tensión, la atmósfera y las sensaciones encontradas en su trabajo. La imposibilidad de clasificar el trabajo de Lynch y su visión creativa y particular, ha llevado a que el adjetivo “lyncheano” se utilice para denominar a sus imitadores o a los elementos de su obra utilizados en diferentes películas y series de televisión.

Muy pocos directores han logrado acercarse a la poética de Lynch (E. Elias Mehridge con Begotten, Richard Kelly con Donnie Darko o Tom Ford con Nocturnal Animals son algunos ejemplos), pero nunca lo han podido igualar o superar. Tormentero, la cuarta película del director mexicano Rubén Imaz, es un trabajo ambicioso que busca hacer una denuncia social, y al mismo tiempo emular el cine de David Lynch. El resultado es una película fragmentada, desconcertante, soporífera e impenetrable, que no logra comunicar su denuncia y mucho menos, generar ese surrealismo orgánico de pesadilla logrado por el director de Eraserhead.

Con una hermosa fotografía (cortesía de Gerardo Barroso), unos planos largos y contemplativos y diseño sonoro a cargo de José Miguel Enríquez,  muy similar a los de Angelo Badalamenti (colaborador constante de Lynch), Tormentero intenta contar la historia inspirada en hechos reales, de Romero Kantún (José Carlos Ruíz), un veterano pescador de camarones, viudo y alcohólico empedernido, que descubre un pozo petrolero. Al parecer, Don Rome negocia los derechos del pozo con unos políticos y empresarios, acabando con el modo de subsistencia de su pueblo.

Don Rome vive en un humilde rancho con su hija Yolanda (Mónica Jiménez), una mujer apegada a su radio transistor y con un hombre que responde a los nombres de Chacho y Ariel (Gabino Rodríguez), el cual parece ser el hijo de Don Rome quien tiene la apariencia de ser todo un psicópata (tortura animales, se comporta de manera extraña y presenta una mirada turbia y lasciva).

Al mejor estilo de Un perro andaluz, Don Rome se ve a sí mismo mientras duerme y al mejor estilo del cine de Carlos Reygadas, se incluye una escena de desnudos frontales masculino y femenino y de sexo explícito, con el propósito de provocar (o escandalizar). Pero lo cierto es que Tormentero termina siendo el trabajo de alguien que vio demasiado cine de Lynch y que quiso transpolar su estilo a un relato que hubiera funcionado mucho mejor con un tratamiento realista y no surrealista.  

Sobre André Didyme-Dôme 1649 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.