Annabelle Comes Home (Annabelle: viene a casa) (2019)

La muñeca diabólica descubierta por los esposos Warren, se escapa de su prisión para asustar a tres chicas en la década de los setenta.

Director: Gary Dauberman

McKenna Grace, Madison Iseman, Michael Cimino, Katie Sarife, Vera Farmiga, Patrick Wilson

Los muñecos diabólicos constituyen toda una tradición dentro del género de terror: en la televisión tuvimos a la escalofriante Talking Tina, protagonista del episodio Living Doll de la serie Dimensión desconocida, y al espeluznante Zuni, perteneciente al último fragmento de la película Trilogía del terror.

En el cine, hemos tenido a los muñecos de ventrílocuo de la película antológica Dead of Night; Magic, la escalofriante cinta protagonizada por Anthony Hopkins; y el de Dead Silence, la película dirigida por James Wan (creador de El conjuro). Obviamente, en esta lista no puede faltar el infame Chucky, protagonista de la saga Child’s Play (que dentro de muy poco tendrá su resurrección); así como la muñeca de la cinta clase “Z” Black Devil Doll From Hell; el osito pervertido de The Pit (el cual hace que Ted se parezca a Winnie The Pooh); el grupo de marionetas de la serie Puppet Master; el muñeco criado como niño de The Boy; y, la perturbadora Annabelle, la cual tiene ya tres películas en su haber.

Annabelle está basada en una muñeca real (una Raggedy Ann, para ser exactos) la cual, supuestamente, es una canalizadora de fuerzas demoníacas, de acuerdo con el testimonio de los ya fallecidos esposos Ed y Lorraine Warren, una pareja que investigaba fenómenos paranormales y en la cual el director James Wan se inspiró para crear las dos exitosas películas de El conjuro, que a su vez han derivado en varios spin-offs, los cuales incluyen a la desastrosa La monja, la efectiva La maldición de la llorona y, por supuesto, Annabelle.      

La primera vez que vimos a la muñeca Annabelle, fue en la primera parte de El conjuro, guardada con precaución y recelo por los Warren. Luego, Annabelle fue la protagonista de una película ambientada en los años sesenta, donde una familia comete el error de tener en su hogar a la malvada muñequita. Su secuela (que en realidad es una precuela), llamada Annabelle: la creación, nos muestra los orígenes del ente diabólico, creado por un fabricante de muñecas que se inspira en su hija pequeña, la cual fallece trágicamente.

Esta segunda entrega marcó una notable mejoría con respecto a su predecesora. Ahora, la tercera parte, titulada Annabelle: viene a casa, mantiene el nivel de calidad y se convierte en una película tan divertida como aterradora.    

La tercera película sobre Annabelle se beneficia con la presencia de Vera Farmiga y Patrick Wilson, quienes han logrado una maravillosa química interpretando a los Warren. Aquí, ellos ya tienen a la muñeca en su poder (estamos en los años setenta) y dejan a su pequeña hija Judy en la casa (McKenna Grace de Gifted), para emprender un importante viaje (no sabemos si es para una investigación o para dar una conferencia).

Judy queda en compañía de su niñera Mary Ellen (Madison Iseman de Escalofríos 2) y todo parece normal (salvo que los Warren dejan sola a su hija en víspera de su cumpleaños), hasta que aparece Daniela (Katie Sarife), la mejor amiga de Mary Ellen y una adolescente que perdió recientemente a su padre en un accidente automovilístico. Como es predecible, Daniela se mete en la casa de los Warren con el pretexto de acompañar a su amiga, pero en realidad ella quiere buscar una forma de establecer contacto con su padre. Eso la lleva a entrar al cuarto donde se encuentra Annabelle y debido a su irresponsabilidad, la muñeca queda libre para cometer sus típicas diabluras.

El director debutante Gary Dauberman (guionista de las tres películas de Annabelle, de La monja y del remake de esa historia sobre un payasito satánico llamada It), no puede salirse de la estructura simplista típica de Scooby-Doo, en la que sus protagonistas corren despavoridos, mientras que los espantos los persiguen y los sorprenden.

A veces, esta cinta parece un infomercial en el que se nos muestran las innumerables posibilidades de la franquicia: un fantasma con una armadura japonesa; un hombre lobo espectral, un Jolly chimp poseído (un juguete setentero con sonrisa siniestra que ya había sido utilizado en Encuentros cercanos del Tercer Tipo y en Poltergeist); un juego de mesa de Feely Meeley producido por Milton Bradley (el reemplazo perfecto de la Ouija de Parker Brothers); un zombie con vestido de novia; y un barquero que se lleva las almas al más allá, son algunos de los espantos que persiguen a las niñas y que bien pueden ser los protagonistas de sus propias películas.

Lo que hace que la tercera parte de Annabelle sea todo un disfrute, está en la cuidadosa dirección de arte de Jennifer Spence, que no solo nos sumerge en los años setenta, sino que nos recuerda a los clásicos del terror como El exorcista, La profecía y Halloween; en la maravillosa iluminación, que hace que el rostro inexpresivo de la muñeca proyecte diversas intenciones (al mejor estilo de Jiří Trnka, ese mago del stop-motion); y a unos protagonistas bien construidos e interpretados, que logran generar empatía y transmitir inocencia, inteligencia y carisma por partes iguales (el personaje secundario de Bob, el pretendiente de Mary Ellen, es tremendamente divertido).

Asimismo, una película de terror que no logre asustar es toda una decepción. Pero Annabelle: viene a casa, es efectiva en generar sobresaltos. Esta no es una cinta que genere un miedo profundo y duradero como los clásicos anteriormente mencionados o como las recientes The Babadook, The Witch o Hereditary, pero como película de entretenimiento logra su objetivo.

Sobre André Didyme-Dôme 1638 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.