Between Worlds (El portal de la muerte) (2018)

El espíritu de una mujer muerta reencarna en la hija de la novia de un camionero, en un espectáculo extravagante plagado de pésimas actuaciones, diálogos absurdos y situaciones patéticas.

Hace poco, Nicolas Cage nos entregó una delirante interpretación en una delirante cinta llamada Mandy, acerca de un hombre que buscaba vengar la brutal muerte de su esposa a manos de una secta satánica. Todo parecía indicar que el actor por fin había logrado darle algo de valor estético a su notable preferencia por el cine clase “Z”.

Mandy parecía ser una luz de esperanza para un artista que, en los últimos años, había descendido a un infierno de películas mediocres con títulos como Seeking Justice, Trespass, Stolen, The Frozen Ground, Rage, Outcast, Left Behind, Dying of the Light, The Runner, Pay The Ghost, The Trust, Dog Eat Dog, USS Indianapolis: Men Of Courage, Army Of One, Arsenal, Vengeance: A Love Story., Inconceivable, Mom And Dad, The Humanity Bureau, Looking Glass y 211. Pero ahora se suma a esa extensa lista de desastres El portal de la muerte, un trabajo que sepulta todo lo obtenido con Mandy.  

Maria Pulera, en su segundo largometraje como directora (luego de un esperpento llamado Falsely Accused), nos entrega un indigesto remedo del cine y la televisión de David Lynch (con todo y música de Angelo Badalamenti), en el que Cage (quien alguna vez trabajó con Lynch en Wild At Heart) interpreta a Joe, un camionero que perdió a su pequeña hija y a su esposa en un incendio.

En una estación de servicio, Joe descubre a un hombre tratando de ahorcar a una mujer llamada Julie (Franka Potente). Al intentar salvarla, descubre que el ahorcamiento era intencional. Resulta que Julie puede contactarse con el mundo espiritual al perder su suministro de oxígeno, y necesita hacerlo para salvar a su hija Billie (Penelope Mitchell), quien se encuentra agonizando en el hospital, luego de un accidente de motocicleta.

Cuando Julie le explica todo al buenazo de Joe, este accede a ahorcarla para salvar a su hija, lo que se hace realidad. Mientras Billie se recupera en casa, Joe y Julie se convierten en amantes. Sin embargo, Billie comienza a comportarse de una manera extraña. Lo que sucede es que el espíritu de la esposa de Joe utilizó el cuerpo de Billie para reencarnar.

Lo absurdo de la historia es el menor de los problemas para El portal de la muerte, ya que las actuaciones son de lo peor. No se sabe si el totalmente sobreactuado Cage, la falta de emoción de Potente o la actitud de mujer fatal de pacotilla de Mitchell, son producto de la pésima dirección de Pulera o de una intención por parte de los actores por darle algo de humor al adefesio en el que participan. Puede que sea algo de ambos, ya que, en el único momento redimible de la cinta, Joe tiene sexo mientras le lee a su mujer un libro cuya portada dice “Memorias de Nicolas Cage”.

A las pésimas actuaciones se le suman unos diálogos que parecen extraídos del cine de Tommy Wiseau: “¡Tú no puedes tomar mi camión!” dice en algún momento Joe. “Un hombre sin un camión no es un hombre”. En otro momento, Julie le pregunta a Joe si quiere una cerveza y este responde: “¿Tiene pene de metal el hombre de lata del Mago de Oz?

Mandy fue una película oscura y extraña que logró funcionar. El portal de la muerte trata de ser oscura y extraña, pero termina siendo patética y ridícula. Aquellos que pensaban que Nicolas Cage había tocado fondo interpretando a Ghost Rider, deben prepararse para algo muchísimo peor: un final que le rinde homenaje al superhéroe de Marvel. Para rematar, vale la pena decir que, en este momento, el actor se encuentra terminando nueve películas más. Es así que tendremos Cage para rato.

Sobre André Didyme-Dôme 1779 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista ROLLING STONE EN ESPAÑOL y es docente universitario; además, es guionista de cómics para MANO DE OBRA, es director del cineclub de la librería CASA TOMADA y conferencista en ILUSTRE. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.