Child’s Play (El muñeco diabólico) (2019)

Luego de siete películas, el icono ochentero del cine de terror vuelve a las pantallas para aterrarnos y hacernos reir al mismo tiempo.

Director: Lars Klevberg

Aubrey Plaza, Gabriel Bateman, Brian Tyree Henry, Tim Matheson

En 1988, el guionista Don Mancini creó a Chucky, un muñeco poseído por un asesino en serie (Brad Dourif) que aterró a niños y a adultos por igual, y que se convirtió en todo un icono del horror junto a Leatherface (Masacre en Texas), Michael Myers (Halloween), Jason Voorhees (Viernes 13), Freddy Krueger (Pesadilla sin fin) y los cenobitas de Hellraiser.

Las tres primeras películas sobre Chucky buscaban aproximarse al muñeco diabólico con seriedad y dentro de la estructura narrativa del género slasher, pero La novia de Chucky y El hijo de Chucky (dos delirantes y muy divertidas cintas), mezclaron de una manera muy efectiva el terror con el humor camp. Las dos últimas entregas de la saga (La maldición de Chucky y El culto de Chucky) fueron pésimos intentos por mantener viva la franquicia, los cuales pertenecen al oscuro y dudoso mercado del “directo a vídeo”.

Ahora, dentro de los intentos actuales por resucitar las películas de terror ochenteras en pro de la nostalgia (It, Cementerio de animales, Halloween), llega el reboot de Chucky, el cual no tiene en cuenta las historias anteriores y actualiza al muñeco, adecuándose a la era de la internet y del consumismo desmesurado.

La voz de Brad Dourif es reemplazada por la de Mark Hamill, y los aspectos sobrenaturales asociados a las anteriores películas se sustituyen por chips de inteligencia artificial fuera de control. Tim Matheson (actor asociado a la década de los ochenta) interpreta al magnate Henry Kaslan, quien lanza al mercado a Buddi, un muñeco interactivo que puede integrarse a los sistemas del hogar y que pretende ser el juguete de moda para los niños. El problema está en que dichos muñecos son fabricados en Vietnam, y un empleado maltratado y explotado por su jefe, altera el chip de uno de ellos en plan de venganza.

El juguete defectuoso llega a las manos de Karen (Aubrey Plaza), la empleada de una tienda y madre soltera, quien se lo da de regalo a su hijo Andy (Gabriel Bateman), un chico solitario y retraído que padece de sordera parcial. Cuando el Buddi alterado es devuelto por una madre preocupada por su extraño funcionamiento y por sus ojos rojos, Karen se apropia de este para que su hijo tenga algo de diversión. Sobra decir que Andy, quien llama inicialmente a su muñeco Han Solo (guiño a Hamill), para luego decidirse por Chucky,  obtiene mucho más que eso.

Gracias a Hamill (quien prestó por muchos años su voz para interpretar al Joker en la serie animada de Batman), el nuevo Chucky logra convertirse en un maravilloso psicópata, pese a que su diseño deja mucho que desear (un niño jamás en la vida querría tener un muñeco con un rostro tan perturbador).   

Chucky tiene la misión de ser el mejor amigo de Andy y absorbe todo lo que ve y escucha, como escenas de la película Masacre en Texas Parte II y la rabia que Andy expresa con respecto al gato de la casa y al novio de su madre. Es así que Chucky decide ayudar para que Andy tenga una vida mejor. De ahí los asesinatos explícitos tanto a gatos como a humanos.

Es una lástima que la construcción de personajes y de sus relaciones se reduzcan a estereotipos y bosquejos para el acto final, restándole la dimensión humana que convirtió en todo un deleite a las películas ochenteras de corte sobrenatural como E.T. El extraterrestre, Gremlins o Goonies, algo que la serie de televisión revisionista Stranger Things supo explotar muy bien. Dentro de los personajes desperdiciados se incluyen al policía Mike Norris (Bryan Tyree Henry), vecino de Karen y Andy y quien vive con Doreen, su mamá alcohólica y jugadora compulsiva de Bingo (Carlease Burke); así como los niños Falyn y Pugg (Beatrice Kitsos y Ty Consiglio).

Sin embargo, la nueva versión de El muñeco diabólico llega a ser todo un placer culposo y no la decepción que muchos temían que fuera. No logra superar a la cinta original, y mucho menos alcanza el paroxismo de esas alocadas secuelas que incluían a la esposa y al hijo del juguete asesino, pero logra hacer reír y aterrar por partes iguales.

Sobre André Didyme-Dôme 1646 artículos
André Didyme-Dome es psicoterapeuta y periodista. Se desempeña como editor de cine y TV para la revista Rolling Stone en español y es docente universitario; además, es director del cineclub de la librería Casa Tomada y conferencista en Ilustre. Su amor por el cine, la música pop y rock, la televisión y los cómics raya en la locura.