La película basada en un escuadrón femenino de superheroínas, le da la razón a los detractores de las películas de superhéroes. Sin embargo, no llega a ser un desastre total.
Director: Cathy Yan
Margot Robbie, Ewan McGregor, Rosie Perez, Mary Elizabeth Winstead, Jurnee-Smollett Bell, Chris Messina, Ella Jay Basco
Los verdaderos amantes de los superhéroes (es decir, los lectores de cómics), no tomamos partido por DC o Marvel. Son las historias lo que realmente nos cautiva. Eso no significa que no adoremos las películas de superhéroes (con el perdón de Martin Scorsese), siempre y cuando sean de calidad y no un producto cínico que busca aprovecharse de la popularidad del género.
Es por esto que se nos parte el corazón cuando la idea de una serie de películas interconectadas (siguiendo la lógica de los cómics), se convierte en toda una propuesta fallida. Desde aquí, las películas de Marvel producidas por los estudios Disney funcionan como un reloj de última generación (inclusive las series de televisión guardan conexión con las narrativas cinematográficas). No se puede decir lo mismo de las películas de DC. Las renuncias de actores, los proyectos fallidos, la falta de construcción de personajes y el afán por ponerse a la par con las películas de Marvel, han convertido a las películas de superhéroes de DC en toda una decepción (con la excepción de Joker, que no guarda conexión con las otras cintas de superhéroes presentadas en los últimos años, lo que hace que aumente la confusión, por no mencionar las series de televisión que tampoco conectan con el universo propuesto para el cine).
En este momento, algunos fanáticos protestarán y dirán que cintas como Men of Steel, Wonder Woman y Aquaman son buenos productos. ¿En serio? Comparadas con las cintas de Marvel, los ataques de Scorsese, Coppola y Ken Loach nos hacen pensar que van dirigidos a DC y no a su competencia. También es muy triste que Shazam!, uno de los pocos buenos productos de DC (aunque ligera y algo tonta), es un esfuerzo en vano por darle cohesión a un universo que ya no tiene salvación.
Sin embargo, todavía hay esperanza: Con Joker, DC puso la barra muy en alto y demostró que sí puede hacer cintas potentes, inteligentes, profundas y entretenidas, basadas en sus cómics. Pero la insistencia por seguir luchando en una batalla perdida, hace que el avance obtenido se convierta en un nuevo retroceso: Su nombre es Aves de presa.
Antes que nada hay que decir que la nueva película de superhéroes de DC (propiedad de los estudios Warner), pese a que está protagonizada por una supervillana, no es el adefesio que significó la cinta de Catwoman (no solo la peor película de superhéroes sino quizás una de las peores películas de la historia). Tampoco se puede comparar con la horripilante Escuadrón Suicida (la cinta que marcó el descalabro para el universo interconectado de DC). Pero sigue siendo un producto mediocre (Hombre de acero, Batman V Superman, Mujer maravilla y Shazam! la superan, aunque es una mejor película que la sobrevalorada Aquaman). Pero comparada con Joker, no llega a ser cine y es un pésimo producto si se le compara a lo logrado por Marvel con sus últimas entregas (Captain America: Civil War, Black Panther, Avengers: Infinity War y Endgame, Thor: Ragnarok y Capitana Marvel, por mencionar algunas).
La nueva película del destartalado universo cinematográfico de DC recibe un nombre muy peculiar: Aves de presa y la fantabulosa emancipación de una Harley Quinn, el cual nos hace pensar que el extenso añadido tiene que ver con que la idea original de llevar a la pantalla gigante a un escuadrón femenino de superheroínas, se modificó a última hora para darle prelación al personaje de Harley Quinn (la villana interpretada por Margot Robbie en Escuadrón suicida y en esta cinta), con el fin de continuar explotando el universo del Joker y, a su vez, complacer a los espectadores que quieren ver más películas protagonizadas por supervillanos.
Como muchos no son seguidores de los superhéroes y hay otros que no han visto Escuadrón suicida (benditos sean), es necesaria una pequeña contextualización: El Joker era un villano solitario hasta que Paul Dini y Bruce Timm, el equipo creativo detrás de la excelente serie Batman: Animated Adventures, decidieron crearle una novia en el año de 1992 y esa es Harley Quinn, una psiquiatra que intenta tratar al payaso del crimen y quien termina perdiendo su cordura, lo que la lleva a una relación de amor tóxica con el villano (algo muy complejo para una serie dirigida a un público infantil).
La popularidad de Harley Quinn en la televisión la llevó a los cómics y luego a la película Escuadrón suicida, donde gracias a la interpretación de Margot Robbie (una de las pocas cosas que se salvan de ese desastre fílmico), termina robándose el show.
Y esto nos trae a Aves de presa y etc. sobre el equipo de superheroínas. Basta con decir que es un cómic de mediana popularidad, el cual se intentó llevar a la televisión en el 2002 con pésimos resultados. Para esta película, el equipo está conformado por la detective René Montoya, una ruda mujer policía que hace parte del universo de Batman en los cómics y que aquí es interpretada por Rosie Perez; a ella la acompañan Black Canary (Jurnee-Smollet Bell), la eterna novia de Green Arrow en los cómics, pero que aquí es la cantante de un club cuyo dueño es el villano de la película; Huntress (Mary Elizabeth Winstead), la hija de una familia de mafiosos, que busca venganza por una masacre en la que ella termina siendo la única sobreviviente; y Cassandra Cain (Ella Jay Basco), quien en los cómics es una asesina silenciosa que termina convirtiéndose en una de las encarnaciones de Batichica, pero que aquí es una ladronzuela parlanchina y el personaje gracioso y simpático de la película.
Todas ellas terminan relacionadas con Harley Quinn y comparten un objetivo común: acabar con las andanzas de Roman Sionis, el mafioso dueño del club donde trabaja Black Canary, la persona detrás de la muerte de la familia de Huntress y quien necesita con urgencia un diamante que fue robado por Cassandra Cain. Sionis en los cómics, es conocido bajo el nombre de Black Mask y es uno de los villanos más peligrosos de Batman, pero aquí es reducido al estatus de maleante de poca monta y dado a las rabietas, pese a ser interpretado por Ewan McGregor, un actor del que esperábamos algo mejor. Asimismo, el Señor Zsasz, quizás el villano más oscuro y violento del Hombre Murciélago en los cómics, aquí se convierte en el secuaz de Black Mask (interpretado de una manera unidimensional por Chris Messina).
Al inicio de la cinta, y antes de que estas chicas se unan para enfretarse a Sionis, se nos informa que Harley ha terminado su relación con Joker (Jared Leto no quiere volver a interpretar este papel y el Joker de Joaquin Phoenix no pertenece a este universo). Es así que su despecho se resuelve en parte gracias al grupo de apoyo conformado por las rudas chicas, y en particular Cassandra Cain, quien aquí se convierte en una especie de sidekick de Harley.
La encargada de esta enredada historia, contada de una manera fragmentada al estilo de Guy Ritchie, es Cathy Yan, una joven directora quien anteriormente nos había entregado una perturbadora cinta independiente llamada Dead Pigs. Sin embargo, Yan comete los pecados característicos de las películas de DC: una construcción de personajes casi inexistente y una oleada de chistes insulsos que se compensan con unas buenas secuencias de acción, las cuales se vuelven abrumadoras y aburridas para el tercer acto.
Al ser esta una película para adultos, abunda la violencia y el lenguaje soez, pero queda la sensación de que se está copiando a Deadpool (inclusive Harley Quinn rompe a menudo la cuarta pared), más que intentar seguir un camino original (como lo hizo el ex novio de Harley). Después de ver Aves de presa, queda un sabor amargo a saturación que nos hace pensar en las palabras de Scorsese acerca de las películas de superhéroes.
Como es acostumbrado, después de los créditos hay unos epílogos (muy tontos por cierto). Pero la verdad es que no importa si hubieran sido ingeniosos o no. Y es que para ese momento, ya no queda el suficiente interés en el espectador como para permanecer en la sala de cine por unos cuantos minutos más.
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