Vuelve Aquaman más naranja que nunca en una secuela trillada, recalcitrante y poco original.
Director: James Wan
Jason Momoa, Patrick Wilson, Yahya Abdul-Mateen II, Amber Heard, Dolph Lundgren, Nicole Kidman, Temuera Morrison
El DCEU fue una franquicia cinematográfica que comenzó en 2013 y que se prolongó de una manera torpe e irregular con catorce películas que intentaron interconectar el vasto universo de personajes de DC Comics.
La primera cinta del DCEU fue El hombre de acero, dirigida por Zack Snyder, un trabajo decente que reiniciaba la historia de Superman, con un antipático Henry Cavill en el papel principal. Luego vino la atiborrada Batman v Superman: El amanecer de la justicia (2016), también dirigida por Snyder, que presentaba el enfrentamiento entre Superman (Cavill) y Batman (Ben Affleck), estableciendo las bases para la formación de la Liga de la Justicia. El desastre llegó con Escuadrón suicida (2016), dirigida por David Ayer, una de las peores películas de superhéroes de todos los tiempos, que se centraba en un grupo de villanos reclutados (Will Smith entre ellos) para llevar a cabo misiones peligrosas para el gobierno.
La Mujer Maravilla (2017), dirigida por Patty Jenkins, sigue los orígenes de la princesa amazona Diana, interpretada por una carismática Gal Gadot. Liga de la Justicia (2017), inicialmente dirigida por Snyder, reunía a Superman, Batman, la Mujer Maravilla, Flash, Aquaman y Cyborg para enfrentarse a una amenaza cósmica. Una tragedia personal llevó a Snyder a retirarse del proyecto, para ser reemplazado a última hora por Joss Whedon (Avengers), quien entregó una cinta mediocre a más no poder. En 2021, Snyder retomaría el proyecto con una versión extendida de cuatro horas de duración, que resultó mejorando bastante lo hecho por Whedon (hay que decir que todas las películas dirigidas por Snyder tienen una versión extendida diferente a la estrenada en cines).
La irregular Aquaman (2018), dirigida por James Wan, se centra en Arthur Curry (Jason Momoa) y su lucha por reclamar su derecho al trono de Atlantis. ¡Shazam! (2019), dirigida por David F. Sandberg, es una de las mejores cintas del DCEU y sigue la historia de Billy Batson (Asher Angel), un adolescente que puede transformarse en un superhéroe adulto (Zachary Levi). Aves de presa (2020) fue una cinta horrible (no tanto como Escuadrón Suicida) dirigida por Cathy Yan, que se centra en Harley Quinn (Margot Robbie) y un grupo de anti-heroínas, mientras luchan contra el malogrado villano Black Mask (Ewan McGregor) en Ciudad Gótica.
Mujer Maravilla 1984 (2020), también dirigida por Jenkins y protagonizada por Gal Gadot, se ambienta durante la Guerra Fría y sigue a Diana mientras se enfrenta a nuevos desafíos y enemigos, incluido Maxwell Lord (interpretado por Pedro Pascal) y Cheetah (Kristen Wiig). La infravalorada El Escuadrón suicida (2021), dirigida por James Gunn, es una especie de sucesora espiritual de la pésima cinta de 2016, con un elenco renovado y una historia independiente, muchísimo mejor que su antecesora, que dejó un divertido spin off convertido en serie de televisión, llamado Peacemaker. Black Adam (2022), dirigida por el español Jaume Collet-Serra, tiene como protagonista a Dwayne «The Rock» Johnson en el papel del enemigo de Shazam en los cómics, quien aquí se convierte en un antihéroe con resultados decepcionantes.
Este año se estrenaron las tres últimas cintas del DCEU antes de que James Gunn reiniciara la franquicia con la estupenda e ignorada Blue Beetle. ¡Shazam! La furia de los dioses fue una secuela también subvalorada, que continúa con las aventuras de Billy Batson y su alter ego superheroico. The Flash del argentino Andy Muschietti, fue una cinta maravillosa que de nuevo el público despreció por unos efectos especiales irregulares, en un absurdo caso de forma sobre contenido. Estuvo protagonizada por el problemático Ezra Miller como el velocista escarlata y Michael Keaton y Ben Affleck como los Batman de diferentes multiversos.
Esto nos deja con el punto final del DCEU y ese es Aquaman y el reino perdido, también a cargo de James Wan. Esta cinta intenta basarse infructuosamente en una breve, pero legendaria etapa del superhéroe en los cómics, que duró siete números en 1978 y que incluía la muerte del bebé de Aquaman y Mera en las manos del malvado Manta Negra.
Es inexplicable como Wan, el artífice de las oscuras sagas de Saw, El conjuro e Insidious, haya preferido dejar a un lado ese interesante y siniestro giro, para entregarnos una mezcla entre Bob Esponja, Rápido y furioso y la serie animada de Aquaman de los años sesenta (incluyendo a las mascotas Storm, el caballo de mar, y Topo, el pulpo multi instrumentista, pero excluyendo a Aqualad).
En las películas del DCEU de Aquaman, las cosas que ocurren son al revés de los cómics. Atlanna (Nicole Kidman), la madre de Aquaman y Tom Curry (Temuera Morrison), el padre humano, están muertos en los cómics, pero vivitos y coleando en las películas; mientras que Vulko (Wilem Dafoe), el fiel consejero del Rey de la Atlántida está vivo en los cómics, pero aquí fue un traidor y está bien muerto.
Pero eso, así como los efectos especiales de pacotilla y los problemas judiciales (e intestinales) de Amber Heard, la verdad importan muy poco, ya que los principales problemas de esta cinta (como los de la anterior), tienen que ver principalmente con la interpretación poco digna y desvirtuada de uno de los personajes más icónicos de DC a cargo de Momoa (quien este año nos entregó una de las peores actuaciones de todos los tiempos en Rápido y furioso X), la estructura narrativa recalcitrante y estéril, la trama trillada y cansada, así como los remedos descarados a La guerra de las galaxias (con bar intergaláctico, Jabba el Hutt, Jawas y emperadores intentando volver a la vida incluidos), a Juego de Tronos (el invierno ha llegado) y a la dinámica entre Thor y su hermano Loki de Marvel, aquí representada por Arthur y su hermano Orm (Patrick Wilson, el actor fetiche de Wan, mucho más cercano al Aquaman de los cómics que ese Momoa borrachín con actitud de harlista).
En esta cinta tan accidentada como el mismísimo DCEU, Arthur Curry, en su posición como Rey de la Atlántida debe salvar a la Tierra de un antiguo poder oculto bajo el hielo. Manta Negra, el archienemigo de Aquaman (Yahya Abdul-Mateen II luciendo peligrosamente similar al Kang de Marvel), es el único puente constante entre los cómics y las películas, ya que aquí sigue siendo un hombre resentido y orgulloso, impulsado por la venganza después de la muerte de su padre causada por Aquaman.
El grupo de maleantes dirigido por Manta Negra, que incluye a la brasileña Stingray (Jani Zhao) y al Dr. Shin (Randall Park), siguen la pista de una feroz criatura submarina y descubren el reino perdido del título, junto con un tridente negro que, al ser empuñado por Manta, despierta una fuerza siniestra que lo posee. Para detener al supervillano, ahora más poderoso que nunca, Arthur forma una alianza improbable con su medio hermano, el depuesto ex rey de Atlantis (por lo menos Aquaman le dice “Loki” a su hermano, para que las cosas no se sientan tan desvergonzadas).
Orm en los cómics siempre ha sido malévolo (inclusive más que Manta Negra), pero aquí, al igual que Black Adam (o Loki), se convierte en antihéroe (¡bah!). Mera, un personaje sumamente encantador en los cómics y bien construido en la cinta anterior por Heard (valga la pena decirlo), aquí aparece truncada y mutilada, claramente debido a sus problemas personales que prácticamente acabaron con su carrera como actriz, del mismo modo que sucedió con el talentoso, pero errático Ezra Miller. Y Momoa, más antipático que Cavill como Superman, con su arrogancia e incapacidad para interpretar otro personaje que no sea él mismo, nos hace pensar que hubiera sido del superhéroe si un verdadero actor como Wilson (o Matt Damon) lo hubiera encarnado.
The Joker y el Batman con Robert Pattinson, demostraron que todavía hay alma y corazón en las películas de superhéroes de DC. A su vez, Blue Beetle fue un interesante inicio a una nueva etapa (es una lástima que haya sido pisoteada como si se tratara de una cucaracha y no deleitada como el platillo exquisito que es). Lo más probable es que Aquaman y el reino perdido, la cual parece hecha por manos no humanas, termine siendo un éxito de taquilla como lo fueron las infames Rápido y Furioso X y Megalodón 2, películas descerebradas que, como esta, se pueden ver mientras se chatea con el teléfono celular al mismo tiempo, ya que no hay mucho que perder o a lo que prestar verdadera atención.
El DCEU ha muerto. Es una pena que haya tenido un final tan indigno.
P.D. Esta película solo tiene una escena postcrédito, gracias a Dios.
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