Ya tuvimos la versión camp del monstruo radioactivo. Ahora llega el turno de un verdadero épico.
Dirección: Takashi Yamazaki
Ryunosuke Kamiki, Minabi Hamabe, Munetaka Aoki
Hasta la fecha tenemos 33 películas japonesas y cinco norteamericanas protagonizadas por Godzilla, el monstruo creado por Tomoyuki Tanaka, Ishiro Honda, Eiji Tsuburaya y Akira Ifukube en 1954, y el personaje más popular del género kaiju (término que proviene del japonés y se traduce literalmente como «bestia extraña» o «bestia gigante»).
Quien les escribe las ha visto casi todas y debe confesar que esta última contribución a la franquicia es una de las mejores. La mejor de la saga es, definitivamente, la película original de 1954, a la cual se le acerca peligrosamente el ingenioso reboot del 2016 conocido como Shin Godzilla, en donde la burocracia y la ineptitud de los gobiernos llegan a ser peores que la amenaza del monstruo. Asimismo, Godzilla contra el Monstruo de la Contaminación, también conocida como Godzilla vs Hedorah de 1971, es también una maravillosa adaptación psicodélica con un pertinente mensaje ambiental. Tampoco podemos dejar de lado el simpático Monsterverse estadounidense, que nos trajo la divertida Godzilla Vs. Kong: El nuevo imperio, este mismo año.
Al igual que la cinta original y la de 2016, Godzilla Minus One se atreve a invertir la ecuación tradicional de poner a los monstruos primero y a los seres humanos después, para darle protagonismo a unas personas que buscan el perdón y la redención ante una fuerza de destrucción masiva que muchos relacionamos con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
La película dirigida por Takashi Yamazaki y ganadora de un merecido premio Óscar a los Mejores efectos especiales, arranca precisamente en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, uno de los momentos más oscuros en la historia de Japón. Su protagonista es Shikishima (Ryunosuke Kamiki) un aviador kamikaze quien, debido a su amor por la vida, decide no llevar a cabo su misión y aterrizar en la isla de Odo (el lugar donde se avistó por primera vez a Godzilla en la cinta de 1954 y el equivalente de la isla Calavera en King Kong), para arreglar una supuesta falla en el motor de su avión.
El mecánico Sōsaku Tachibana (Munetaka Aoki) se da cuenta rápidamente de que Shikishima ha huido de su deber. Gojira (nombre japonés para Godzilla), mata a casi todos en la isla, y una vez más, el miedo se apodera de Shikishima y le impide luchar. Tachibana, el único superviviente del ataque, acusa al piloto de cobardía.
Luego, vemos como Shikishima regresa a un Tokio destrozado por los bombardeos y se entera que sus padres han muerto y su hogar se ha convertido en escombros. Sin embargo, no está solo, ya que termina armando una especie de familia improvisada junto con una chica llamada Noriko (Minami Hamabe), quien también lo ha perdido todo, y una bebé llamada Akiko, que la joven se encargó de cuidar cuando vio morir a la madre en un refugio antiaéreo.
Pasan los años y esta pequeña familia parece estar recuperándose de la muerte, el hambre y la destrucción. Sin embargo, todavía quedan los peligrosos fantasmas de la guerra sumergidos en el mar en forma de minas sin desactivar. Asimismo, los Estados Unidos se encuentran realizando pruebas atómicas en el Atolón Bikini. Los amantes de Godzilla sabemos muy bien que su mutación se debe a la peligrosa energía atómica.
Shikishima se une a un grupo de marinos independientes para trabajar en la peligrosa misión de encontrar y desactivar las minas y luego, estas mismas personas, junto con un renuente Tachibana, se unirán para contrarrestar la amenaza de Godzilla, luego que el monstruo destroza a la ciudad de Ginza, lugar donde trabaja Noriko. Esta delicada interacción entre el conflicto psicológico, las interacciones familiares y personales y el monstruo destrozando todo a su paso, nos retrotrae a la estupenda cinta The Host (2006) del coreano Bong Joon-Ho (el mismo de Parásitos), en la que una humilde familia se enfrenta a un monstruo producto de los desechos químicos.
Al final, Shikishima, atormentado tanto por la tragedia de su pasado como la tragedia de su presente, se dará cuenta de que la única solución para acabar con el monstruo es convertirse en el kamikaze que nunca fue y asegurarle así un futuro a la pequeña Akiko (interpretada por Sae Nagatani como una adorable niña de tres años).
Al final, las cosas no resultarán tan trágicas como se sospechaba y habrá una luz de esperanza y redención para nuestros protagonistas, pero esta es quizás la versión más adulta y épica de la saga de Godzilla. Es una lástima que en algunos países no se haya podido apreciar en cines, pero, de todas maneras, este Godzilla es grande sin importar el tamaño de la pantalla.
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