La cuarta película basada en los cómics de Mike Mignola no busca ser complaciente, sino un homenaje al lado más oscuro de Hellboy.
Director: Brian Taylor
Jack Kesy, Adeline Rudolph, Tom Ferrell
Hellboy, creado por Mike Mignola en 1993, es uno de los superhéroes más interesantes del cómic contemporáneo, junto con Spawn, The Maxx y Madman. Mezclando lo sobrenatural con un enfoque pulp y lleno de referencias a mitologías oscuras, el universo de Hellboy es único. Desde su primera aparición, este demonio convertido en héroe ha sido sinónimo de historias llenas de terror, acción y una profunda humanidad. Mignola, construyó para la editorial Dark Horse, un universo donde lo místico y lo terrorífico se entrelazan en historias que exploran desde leyendas antiguas hasta horrores lovecraftianos. Uno de los arcos más celebrados de los cómics de Mignola es The Crooked Man, que sirve como base para esta nueva película, centrándose en un relato de terror gótico estadounidense donde Hellboy debe enfrentarse a un pacto demoníaco en las profundidades de los Apalaches.
En el cine, Hellboy ha tenido una historia complicada. Las dos primeras películas, dirigidas por Guillermo del Toro (Hellboy y Hellboy II: The Golden Army), son consideradas por muchos como las mejores adaptaciones del personaje, en gran parte por la visión única de del Toro, quien logró capturar el mundo oscuro y fantástico de Hellboy mientras equilibraba la acción con la profundidad emocional. La elección de Ron Perlman en el rol principal fue clave para el éxito de estas películas, encarnando a la perfección al cínico y desgarbado antihéroe de color rojo. Sin embargo, la tercera entrega, lanzada en 2019, fue un intento fallido de reiniciar la franquicia, con David Harbour tomando el relevo de Perlman y Neil Marshall (The Descent) reemplazando a del Toro como director. A pesar de tener buenas intenciones y de no ser una cinta tan mala como se afirma, la película no conectó con el público, en parte por la difícil tarea de llenar los zapatos de un reparto y un equipo creativo tan queridos.
Ahora, Hellboy: The Crooked Man llega con la dirección de Brian Taylor, en lo que parece un esfuerzo por devolver al personaje a sus raíces más puras. Taylor, conocido por su trabajo en la delirante saga de acción Crank junto a Mark Neveldine, es un director con un estilo frenético y particular, y su incursión en el mundo de los superhéroes no ha sido del todo exitosa. Su guion para la fallida Jonah Hex para DC y su trabajo en la mediocre secuela Ghost Rider: Spirit of Vengeance para Marvel no le hicieron ningún favor. Sin embargo, Taylor demostró un renacer creativo con la serie Happy! (2017-2019), basada en la novela gráfica del maestro del noveno arte Grant Morrison, donde recuperó su energía característica y su capacidad para manejar tramas extrañas y excesivas pero efectivas. Esa chispa es la que intenta transmitir a su versión de Hellboy, esta vez interpretado por Jack Kesy (Gabriel Bolívar de la serie The Strain, que curiosamente, fue una creación de Guillermo del Toro).
En The Crooked Man, Taylor nos recuerda que los cómics de Mignola están profundamente influenciados por el terror lovecraftiano y el gótico americano. La película se ambienta en los años 50 y sigue a Hellboy y a la agente Bobbie Jo Song (Adeline Rudolph de las series Riverdale y Resident Evil), quienes transportan una araña sobrenatural a la sede del B.P.R.D. Durante el trayecto, la araña crece desmesuradamente y los protagonistas se ven envueltos en un oscuro misterio que implica a un hombre local, Tom Ferrell (Jefferson White de las series Yellowstone y Chicago PD), quien está ligado a un ente demoníaco. Lo que sigue es un relato escalofriante con elementos que evocan al cine de terror clásico, como el de los estudios Hammer (esos créditos retro son maravillosos), y a maestros del género como Stephen King y Clive Barker.
La cinta hace un esfuerzo consciente por mantenerse fiel a los cómics, destacando la influencia de Mignola, quien por primera vez recibe un crédito directo como guionista. Aunque el creador ha sido crítico de las anteriores adaptaciones, esta película se siente más cercana a su visión original, algo que podría complacer a los fans de los cómics, pero no necesariamente a quienes disfrutaron de las versiones cinematográficas de del Toro.
Sin embargo, el bajo presupuesto es evidente en cada fotograma. Aunque el entusiasmo de Taylor por el material es palpable, los efectos especiales y la cinematografía no logran escapar de una estética de serie B. La película recurre a trucos de horror de bajo costo, como levitaciones mediante cable y maquillaje modesto, lo que, si bien evoca cierto encanto de terror antiguo, también limita el potencial de la historia. A pesar de esto, Jack Kesy ofrece una interpretación competente como Hellboy, aunque sin la presencia imponente de Perlman o el carisma relajado de Harbour.
El punto culminante de la película es su tono sombrío y el retorno al horror folk, una característica distintiva de los mejores arcos de Hellboy en los cómics. Taylor utiliza la historia para explorar los horrores de las creencias populares y los pactos con entidades oscuras, un tema recurrente en el trabajo de Mignola. En particular, la representación del Crooked Man y su influencia en la región montañosa es efectivamente perturbadora, aunque limitada por las restricciones visuales de la producción.
En definitiva, Hellboy: The Crooked Man no es una película para los fans del Hellboy de Guillermo del Toro, ni busca complacer a la audiencia general que espera un elegante espectáculo visual de alto presupuesto. Está dirigida a los lectores del cómic, aquellos que aprecian el tono macabro y el terror gótico que definió la obra original de Mignola. Con su estética barata pero colmada de pasión, la película de Taylor se aleja valientemente del enfoque tradicional de superhéroes y abraza completamente sus raíces de horror. Su audacia debería ser recompensada.
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