El hijo pródigo vuelve a casa en una cinta contemplativa y de hermosa factura.
Directora: Patricia Ayala
Catalina Mosquera, Jáiler Cortés Hurtado, Pedro Luis Dájome, Mary Cruz Cruel
La documentalista colombiana Patricia Ayala se dio a conocer gracias a Don Ca (2013), un fascinante perfil sobre el multifacético Camilo Arroyo Arboleda, y por Un asunto de tierras (2015), un recuento sobre la etapa inicial de la implementación de la ley de restitución de tierras en Colombia. Ahora, la directora nos ofrece su primer largometraje argumental llamado Puentes en el mar, que bien puede considerarse como la pieza de compañía de Siembra (2017), la hermosa y melancólica cinta de ritmo pausado y con una fotografía tan hermosa como hipnótica que nos contaba la historia de un hombre desplazado por la violencia que se enfrenta a la pérdida de su hijo bailarín.
Al igual que Siembra, la cinta de Ayala goza de una espléndida fotografía a cargo de Mauricio Vidal, está colmada de texturas, cantos y silencios y nos obliga a contemplar los rostros de unos personajes interpretados de manera irregular por actores naturales, cuyos rostros y cuerpos expresivos y curtidos por la vida, compensan la falta de experiencia actoral. Pero a diferencia de la película de Ángela Osorio y Santiago Lozano, el trabajo de Ayala termina siendo más optimista, ya que la historia de Alicia (Catalina Mosquera), la madre que no sabe dónde se encuentra Michael (Jáiler Cortés Hurtado), su hijo adolescente, va a tener un resultado no tan amargo, sino más bien agridulce.
En últimas, Puentes en el mar es un relato contemplativo en tono de parábola, que nos cuenta en un primer momento, el drama de la humilde madre tumaqueña que sospecha que su hijo no anda por buen camino, y el segundo momento nos cuenta la historia de este noble joven que se deja llevar por un amigo, con consecuencias desastrosas. Al final, madre e hijo se reunirán y harán parte de una marcha con los habitantes del pueblo que busca rendir homenaje a los muertos y decir al unísono “ya no más”.
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