Hitchcock se antecede a las películas de James Bond, con una frenética historia en la que un hombre es confundido con un espía y debe huir para salvar su vida.
Dirección: Alfred Hitchcock
Cary Grant, Eva Marie Saint, Martin Landau, James Mason
Una de las películas más frenéticas y llenas de acción en la filmografía de Alfred Hitchcock, Con la muerte en los talones, es también una de las más populares. Desde el comienzo, el director siempre pensó en Cary Grant como protagonista de la cinta. Sin embargo, James Stewart (quien había protagonizado La ventana indiscreta y Vértigo), estaba convencido de que Hitchcock lo iba a elegir. Para evitarle al actor una decepción, este demoró la producción de la cinta, obligando a Stewart a comprometerse con Otto Preminger en Anatomía de un asesinato y así poder obtener a Grant, quien, por cierto, casi no acepta el papel.
Todo salió bien al final, ya que Stewart protagonizó un clásico con Preminger y Grant otro con Hitchcock. Un encantador e ingenioso ejecutivo de publicidad llamado Roger O. Thornhill (Grant), es confundido con un espía y convertido en sospechoso del asesinato de un diplomático de las Naciones Unidas, por lo que tiene que huir por todos los Estados Unidos de la implacable persecución llevada a cabo por los agentes del gobierno y por los verdaderos criminales (interpretados por James Mason y Martin Landau). Thornhill no está solo, ya que lo acompaña en sus correrías una mujer llamada Eve Kendall (Eva Marie Saint), quien puede no ser lo que parece.
A Con la muerte en los talones (la única cinta de Hitchcock realizó para los estudios MGM), generalmente se le llama “la primera película de James Bond”, por su notable influencia en las cintas posteriores del agente secreto: múltiples locaciones, frases ingeniosas, mujeres sensuales, villanos elegantes y sorprendentes secuencias de persecución, las cuales aquí son inolvidables, especialmente el ataque del avión a Thornhill y la escena llevada a cabo en el Monte Rushmore (que nos recuerda al final de Saboteur, otro de los clásicos de espías de Hitchcock). También se destacan la banda sonora de Bernard Herrmann (compositor también de la música para Psicosis y Vértigo), y las secuencias de créditos, confeccionadas por el maestro Saul Bass.
Esta es una cinta que demuestra cómo el entretenimiento y la calidad artística pueden estar unidos de la mano, gracias a la maestría de uno de los mejores directores de todos los tiempos.