Director: Hiroshi Inagaki
Toshiro Mifune, Koji Tsuruta, Mariko Okada
La segunda parte de la trilogía cinematográfica basada en la novela serial de Eiji Yoshikawa sobre el legendario samurái Musashi Miyamoto, se aleja de la fuente original, especialmente en el resultado del duelo final entre Seijuro Yoshioka (Akihiko Hirata) y Musashi (encarnado por el gran Toshiro Mifune), el cual termina de una manera mucho más brutal.
Sin embargo, la cinta de Hiroshi Inagaki (director de toda la trilogía), no se desvía de la esencia del relato. Aquí, Musashi continúa en su proceso de búsqueda de la iluminación espiritual, para convertirse en un hombre respetable, así como todo un samurái.
En su camino, Musashi se enfrenta a un trágico triángulo amoroso, conformado por la noble Otsu (Kaoru Yachigusa), la antigua prometida de su amigo Matahachi (Sachio Sakai), quien se enamoró perdidamente de él y que por varios años lo ha estado esperando; y por la inestable Akemi (Mariko Okada), la hija de la viuda Oko (Mitsuko Mito), quien también se enamoró de Musashi cuando él y Matahachi buscaron refugio en su casa, luego de la guerra de Sekigahara (como se contó en la primera parte).
Pero no todo es romance. Musashi reta a un duelo a Seijuro, maestro de la escuela de samuráis Yoshioka. Pero antes, Denschichiro (Yu Fujiki), el hermano de Seijuro, se enfrenta a Musashi con consecuencias funestas. Asimismo, conoceremos al respetado samurái Kojiro Sasaki (Kôji Tsuruta), el dueño de una espada conocida como «el gran ropero», quien estudia a Musashi con mucha atención.
La maravillosa música Ikuma Dan y la refulgente fotografía en color de Jun Yasumoto, ayudan mucho a la hora de traducir la grandilocuencia inherente a la leyenda de Musashi Miyamoto, la cual concluirá en una tercera parte que cerrará con broche de oro una trilogía que evidencia una era dorada para el cine japonés.
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