Alicia Vikander protagoniza la mejor película sobre el videojuego de Tomb Raider, pero ¿dónde está el sexo?
Director: Roar Uthaug
Alicia Vikander, Dominic West, Walton Goggins
Todavía no se ha realizado una buena película basada en un videojuego. La primera adaptación fílmica fue la terrible Super Mario Bros. en 1993. Desde ese momento, los espectadores hemos tenido que sufrir con una serie de películas esperpénticas con títulos como Street Fighter, Wing Commander, Doom, House of the Dead, Prince of Persia, Max Payne y toda la serie de Resident Evil. Sin embargo, dentro de esas películas basura, se han podido ver algunas adaptaciones no tan malas, pero igualmente mediocres como Final Fantasy, Assassins Creed y Warcraft. Ahora llega a las pantallas una nueva adaptación de un videojuego que pertenece a este último grupo.
Tomb Raider es el reboot de la saga de películas protagonizadas por Angelina Jolie e inspiradas en Lara Croft, el personaje creado en 1996 y que ostenta el título de ser «la heroína humana más exitosa de los videojuegos». Debido a que Jolie ya está muy vieja para andar brincando y saltando de precipicio en precipicio, la nueva adaptación ahora incluye a una mujer más joven y atlética llamada Alicia Vikander, una actriz que ha demostrado su calibre actoral en prestigiosas cintas como Ex-Machina o The Danish Girl (además de ser la compañera sentimental de Michael Fassbender, el protagonista de Assassin’s Creed).
Piense en esta nueva versión de Tomb Raider, dirigida por el noruego Roar Uthaug (La última ola) como la versión femenina de Indiana Jones, esta vez sin sentido del humor y sin el sex appeal del personaje virtual y que supo proyectar Jolie. Aquí, nuestra heroína evidencia un fuerte Complejo de Electra que la lleva a buscar a su padre, un arqueólogo perdido por más de 7 años (encarnado por Dominic West), quien se embarcó en la búsqueda de la tumba de Himiko, una mítica reina japonesa que supuestamente posee el poder de destruir a la humanidad.
Obviamente, la búsqueda del padre conlleva mapas, trampas y villanos ansiosos de poder (encarnados en un efectivo Walton Goggins). Y es aquí donde Tomb Raider se convierte en otra de esas películas con derroche de efectos, balaceras en las que los villanos hacen alarde de su mala puntería, diálogos insulsos y situaciones inverosímiles.
Al final, el espectador sabe por el epílogo que vendrán nuevas películas de la saga y sale con la sensación de que no estuvo tan mala (de hecho, es la mejor película de Tomb Raider hasta la fecha), pero tampoco estuvo tan buena. Puede que algún día alguien realice una obra maestra basada en un videojuego. Solo queda tener fe.