La cinta sobre la inevitabilidad de la muerte, logra asustar y perturbar por partes iguales.
Dirección: Kevin Kölsch, Dennis Widmyer
Jason Clarke, Amy Seimetz, John Lithgow
He aquí una aterradora cinta no apta para aquellos que acaban de perder a sus mascotas. Cementerio maldito, la nueva adaptación cinematográfica de la perversa novela de Stephen King publicada en 1983 y que habla sobre lo inevitable de la muerte y los peligros que conlleva negarla, sobrepasa en horror y calidad a la previa adaptación de 1989 dirigida por Mary Lambert, la cual fue, de todas maneras, una buena película.
Para los que no conozcan la historia, basta saber que es protagonizada por el doctor Louis Creed (Jason Clarke), un hombre cansado de la vida en la ciudad (Boston, para ser exactos) y que viaja a Maine con su esposa Rachel (Amy Seimetz), sus dos hijos Ellie (Jeté Laurence) y Gage (interpretado por los gemelos Hugo y Lucas Lavoie) y el gato Church, para gozar de la vida rural. El problema es que la casa de los padres de Rachel donde van a vivir los Creed queda situada al lado de una autopista donde los camiones viajan a una gran velocidad.
Los Creed son bienvenidos por el vecino Jud Crandall (John Lithgow), un hombre viudo y descuidado en apariencia, pero de buen corazón. Cuando la carretera cobra la vida del gatito Church (cuando un gato aparece en una película de terror, casi siempre termina mal), el viejo Crandall le revela al Doctor Louis la existencia de un terreno que pertenecía a los nativos americanos y que posee el poder de resucitar a las mascotas, aunque no tan tiernas, delicadas e indefensas como solían ser cuando estaban vivas.
¿Y qué sucede si se entierran allí a los humanos? Esa es la pregunta que tanto la novela de King como la película de los directores Kevin Kölsch y Dennis Widmyer (Starry Eyes) intentan responder. El guión de Jeff Buhler logra combinar la dimensión psicológica de los personajes (especialmente lo relacionado con los traumas de la infancia de Rachel), con unas secuencias violentas y genuinamente aterradoras, que constituyen el material para muchas pesadillas.
Puede que el final sea abrupto y deje un sabor amargo, pero como dice King, las verdaderas películas de terror deben dejarnos afectados, y esta lo logra.
