La exitosa saga literaria sobre un niño genio y sus aventuras en un mundo de hadas, trolls, enanos y demonios, se convierte al ser llevada a la pantalla, en una mezcla indigesta entre Hombres de Negro, Harry Potter y Percy Jackson.
La primera entrega de Frozen fue una cinta divertida, entrañable, inteligente y con unos números musicales inolvidables. La segunda parte es todo lo contrario.
La secuela de la adaptación cinematográfica de un popular videojuego creado para dispositivos electrónicos, supera a su predecesora en humor, sorpresas y referentes adultos.
Alisten sus pañuelos que regresa Bailey, el perro que se muere y reencarna una y otra vez para buscar y proteger a su dueño.
El popular videojuego para dispositivos electrónicos es llevado al cine con demasiada fidelidad.
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